Marketing digital dentro de la industria 4.0

Reconversión Industrial: un proceso inacabado

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Misión del Marketing Industrial es también, entre otras, llamar la atención de las empresas y la opinión pública sobre la persistencia de ciertos problemas que por haberse dilatado en el tiempo durante décadas, forman ya parte del condicionamiento educativo de una o dos generaciones. También es necesario recordar que la internacionalización de empresas en Bizkaia es un proceso necesario e inevitable. Cronológicamente estamos en el siglo XXI, pero mentalmente vivimos todavía en los años 70. Es la condición humana: en la realidad práctica del día a día, resulta que no tenemos futuro -a menos,claro está, que nos tomemos el trabajo de inventarlo-; lo único que tenemos es historia, recuerdos, un pretérito. Nos sentimos tan cómodos en él que preferimos idealizarlo y reinventarlo de mil modos improductivos que nos ahorren el trauma de llevar a cabo las acciones que nos permitan romper con ese pasado de un modo constructivo. Nuestro sistema de coordenadas mental sigue siendo una Bizkaia siderúrgica y bancaria, que vive al son de los grandes trenes laminadores y las sirenas de los barcos pasando por debajo del Puente Colgante.

Esto viene a cuento de que nos encontramos en el noveno año de la crisis y muchos aun dan por sentado que se trata de un bajón coyuntural. Que tarde o temprano las cosas volverán a ser lo que fueron. Que volverá a crecer el empleo y a haber buenos sueldos, estabilidad política e institucional. Y que en el fondo, esta Euskadi conformista del Concierto, del consenso y las cooperativas, no tiene por qué cambiar. Pero las apariencias engañan. Hagamos un poco de retrospectiva. Desempolvando algunos periódicos atrasados nos daremos cuenta de que esto lleva así no solo desde el 2009, sino desde el año 1973. En aquel momento comenzaron a manifestarse los tres grandes conjuntos de factores que han determinado nuestra crisis industrial. Vamos por orden.

El shock de la oferta

Una brusca elevación en los precios de los factores productivos: la energía, los costes laborales, las nuevas normativas de seguridad, la demanda inesperada de nuevos productos aun no fabricados por las empresas de entonces y una política mediomabiental cada vez más restrictiva. Esto ya era de por sí bastante para provocar la muerte de la vieja sociedad industrial, y de hecho acabó con un siglo de mitología siderúrgica vasca. Miles de empleos se perdieron. Hubo que cerrar fábricas, reestructurar empresas, reubicar gente, prejubilar plantillas enteras, poner en marcha vastos programas de formación y reciclaje y, finalmente, dar los primeros pasos dirigidos a la conformación de un nuevo ecosistema emprendedor. Casi cinco décadas después, aun estamos llevando a cabo el ajuste.

El advenimiento de la sociedad postindustrial

Asi es como lo llamaban entonces. Hoy se le da otros nombres: Tercera revolución Industrial, Digitalización, Industria Inteligente, etc. La transformación de empresas y mercados producida por la aparición de las nuevas tecnologías (microprocesadores, telecnomunicaciones, nuevos materiales, etc.) supuso un golpe tremendo para un tejido basado en industrias tradicionales -metal, astilleros, proveedores del automóvil-. La verdad es que necesitaríamos un nuevo blog para tratar en detalle sobre estos temas. La digitalización está transformando las economías del mundo a una velocidad de vértigo. Gracias a Internet y la explosición de la movilidad, as consecuencias de estos procesos tecnológicos para la sociedad y la cultura son de mayor alcance de lo que se imaginaba en los años 70 y 80. En la actualidad esta revolución prosigue con nuevos paradigmas, como Industria 4.0, fabricación aditiva, Internet de las Cosas, Big Data, etc. Y no se vislumbra un final.

La Globalización

Súbitamente los mercados nacionales y el Mercado Unico Europeo, dejaron de ser la referencia histórica obligada para la industria occidental. Nuevos competidores aparecieron desde los últimos lugares del mundo que se nos habría ocurrido considerar como candidatos exitosos para un proceso de industrialización: China, la India, América latina… Esto obliga a las empresas vascas a internacionalizarse. Una aventura que por diversos motivos está resultando más complicada que el esfuerzo de ajuste en los dos apartados anteriores. Sin embargo las perspectivas son buenas. A diferencia de la primera globalización, la que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX bajo los auspicios del Imperialismo, el mundo ya no está dividido en productores de manufacturas y mercados coloniales. Empresas y gobiernos son conscientes de que si se lleva a cabo una política de ventas global, la política de compras por fuerza tendrá que ser también global.

Este es un buen tema de reflexión para el fin de semana. Pensemos en la necesidad de reubicarse en un mundo cambiante. Y también en los condicionamientos del pasado. Los recuerdos y referentes históricos son nuestra herencia. Pero como todas las herencias, ésta consta de un activo y de un pasivo. Ha llegado la hora de preguntarse cuál de los dos pesa más en la hoja del balance para así conocer el patrimonio neto de la economía vasca.

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